Nuestra primera vez

Cumpliste la amenaza. Levanté la mirada y allí estabas tu. Sonreiste mientras te mordías la lengua con picardía. Yo tragué saliva. Petrificada. Cerré los ojos y volví a mirarte. Seguías ahí. Me latía muy fuerte el corazón. Sentía cada latido al compás. Y me guiñaste un ojo. Tu, solo un desconocido. Por sorpresa. Me levanté de la silla y te busqué, casi hipnotizada por la situación. O quizá debería llamarlo sueño. Te miraba fijamente a los ojos, abandonándome a lo inevitable. Te abracé. Nos abrazamos. "Estaba soñando con este momento"- me susurraste al oído. Los latidos me golpeaban más fuerte. Ahora también latía el estómago. Unimos nuestras manos. No me sueltes nunca, por favor. En ese instante fuimos uno y confirmé lo que ya sentía. Eramos viejos conocidos. El universo nos volvía a poner en el camino. Tu olor. Sí, eras tu. Me acariciabas las mejillas con tus manos, como reconociéndome tu también. Recuerdo cada una de tus palabras. Como olvidar lo más bonito que te han dicho nunca. Cuanto te había soñado. Como te echaba de menos. Tus ojos y mis ojos. Apareciste cuando había perdido toda esperanza. Y fui yo la que te dio el primer beso. Lo confienso. Y aún me queman los labios.

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